Por Videk Rzempiyalew, erudito y cartógrafo belario
A varios cientos kilómetros al sur de Måndregul, donde la vista desde
el Gran Astillero Fulkenlag, en el Imperio de Fédregahl, es retratada en
varios cuadros y postales en todo el continente, se encuentra una isla
desde la que nadie puede salir, ni nadie puede entrar.
Aunque parezca obvio que esto pudiera tratarse de un enclave
exuberante de piratas, cierta imposición gubernamental o cierto monstruo
de las profundidades impidiendo el paso, no son el caso. Aquello que ha
aislado a Sorrgalk del resto de Ihbn tiene una razón mucho más
esotérica.
Sorrgalk es una isla donde el fuego reina completamente. Una gran
isla volcánica, desde donde se escupen incesantes lenguas de lava que
cubren toda la frontera como un anillo que repele al mar alrededor, en
espectaculares ondas que contrarrestan a las corrientes marinas y
conforman una aureola irregular que actúa como una barrera natural de
kilómetros de espesor. Los barcos que encallan ante esta barrera son
inmediatamente incinerados por las altas temperaturas, tanto de la lava
como del aire alrededor, vaporizando velas, combustionando cascos y
derritiendo carne de los huesos.
Los grifos y demás aves de transporte
se ven desorientados al atravesar el anillo desde el aire; devolviéndose
instantáneamente o descontrolándose en medio del vuelo, a menudo
cayendo sobre la lava ardiente, donde les espera una muerte instantánea.
La gran cantidad de volcanes en esta región es inusual, y no solo por
su cantidad, sino también por su gigantesco tamaño. Sûrte, ubicado en
las planicies del sur, alcanza una altura de casi tres kilómetros de
alto y cinco de largo, y contribuye a generar gran parte de los lagos de
fuego que recorren como venas escaldadas por la isla, para
posteriormente desembocar en la costa, alimentando al eterno anillo de
fuego.
Es fácil suponer que una región así luce como un montón de planicies
estériles y desecadas, o como un paisaje infernal digo de pesadilla. Lo
cierto es que pese al inmenso calor y llamas que gobiernan Sorrgalk, es
un lugar donde abundan curiosas formas de vida. El constante flujo de
lava fertiliza la tierra, y aunque los árboles son quemados
constantemente en gloriosos incendios, hay variadas formas de flores y
arbustos que han desarrollado resistencias naturales a las implacables
presiones y temperaturas de la zona. Incluso es posible encontrar un
sinnúmero de especies nativas únicas a Sorrgalk, como cocodrilos
estacados, tortugas cornudas y manglares de plantas humanoides
depredadoras que podrían devorar a un hombre en cuestión de segundos.
Sin embargo, la mayor curiosidad la suponen extrañas formas de vida
inteligente que a primera vista podrían parecer golems, pero una mirada
más detallada, con ayuda de grandes catalejos desde embarcaciones
exploradoras, revela que estas figuras son más bien semejantes a árboles
otoñales vagamente humanoides, de corteza ferrosa y prodigiosa fuerza,
que hacen de su hogar un gran asentamiento de roca oscura, obsidiana y
extrañas amalgamas metálicas, apodada Sinmäranen, corazón ígneo de
Sorrgalk.
Las observaciones que se tienen de estas formas de vida han cambiado
drásticamente en solo 150 años: la primera vez que se les vio, durante
el descubrimiento de la isla, no eran más que figuras leñosas buscando
sobrevivir en cavernas naturales ante el implacable fuego alrededor. En
un corto período de tiempo, ya dominaban el manejo del hierro y
explotaban yacimientos naturales de éste y otros minerales para su uso.
Se desconoce si su nuevo aspecto es producto de evolución natural o es
cierta suerte de armadura cubriendo su anatomía, pero claramente son una
raza inteligente que ha sabido aprovechar muy bien los recursos a su
alrededor. No parecen emplear pólvora y tampoco se ve que conozcan de
alquimia, pero son maestros de la manipulación del fuego y emplean
herramientas que aprovechan el vapor generado por metales cobrizos desde
donde pueden impulsar objetos a grandes distancias. Desde largos tubos
paralelos, similares a los órganos de las iglesias de Fédregahl, lanzan
enormes saetas con un ruido sordo, eyectadas tan fuertemente como una
bola en un cañón. Con ellas, suelen cazar especies voladoras de las
colinas donde la lava no llega, y alimentarse.
Ya que lo poco que se conoce de ellos solo es a través de
observaciones distantes, no se sabe si son hostiles o si conocen más
allá de su isla, puesto que parecen evitar a toda costa acercarse al
anillo de lava que les rodea. Tampoco se les conoce lenguaje, salvo por
sonidos sibilantes producidos con vapor a alta presión que emerge de
ciertas cavidades en sus cabezas.
Rodeando cada volcán a la vista en la isla, es posible ver
elementales de fuego alimentarse de la locura escaldada de Sorrgalk. Así
como nacen a partir de las llamas de elementales mayores, mueren al
cabo de minutos, sin antes dejar su descendencia. Un ciclo de vida y
muerte tan rápido como interesante de observar.
Desde las altas esferas de Fédregahl ya se están realizando planes
para encontrar una manera de entrar en la isla y conocer mejor sus
secretos, pero dicho proyecto está aparentemente lejos de concretarse,
pues el gran imperio tiene otros eventos apremiantes de los que
preocuparse. La guerra contra los Nagashyr parece haber alcanzado un
punto muerto en las colinas de Idsvarn, pero sigue consumiendo gran
cantidad de recursos, tanto materiales como en soldadesca. Al parecer,
los Nagashyr tienen dificultades para camuflarse con las ruinas de
Korjää, lo que permite a los soldados kalevalenses luchar abiertamente
con ellos, aunque sus oleadas son interminables. Pero eso es otra
historia.
Nadie sabe qué secretos tendrá enterrados esta enigmática isla. ¿Será
posible entrar en ella? ¿Algún día conoceremos más sobre sus curiosos
habitantes?
Comentario del autor: Me pongo a tope con un aporte sobre una región
geográfica dominada por el fuego. Se desconoce el nombre de estas
figuras humanoides, inspiradas en los jötuns, los golems y los treants
en diversos grados de variabilidad, pero pronto quizá lo sepamos. Tanto
Sûrte como Sinmäramen son topónimos inspirados en Surt y Sinmara,
regentes del Muspelheim, donde viven los gigantes de fuego en la
mitología nórdica. Es bueno repasar un poco la historia, pero no quise
ahondar tanto en ellos, sino que fuera un aporte más bien geográfico.
Aporte de Heimdal, de Fantasitura