miércoles, 20 de septiembre de 2017

Extracto de “La Magna Diversidad”, Capítulo 6: Diáspora de los Tolfek

Del historiador e inventor Dagobertus Skallafade


Como se ha vislumbrado anteriormente, Ihbn está repleta tanto de seres nómadas y migratorios (Como la Hermandad Psíquica de Lumenac) así como de grandes asentamientos e imperios (Como el Reino Humano de Fédregahl y su contraparte antagónica, la fría y lóbrega región habitada por los enigmáticos E’rihan). Sin embargo, a menudo dos conceptos diametralmente opuestos en los asentamientos se solapan y entremezclan, creando así divisiones únicas y dándonos a conocer formas muy variopintas de vida.

La esplendida tundra de Nirr


Los Tolfek (o conocidos mayormente como la Diáspora Tolfek) es una raza que, de buenas a primeras se asemejan a criaturas que comparten tanto rasgos humanos como aspectos más fornidos, donde destacan fuertes pies con un recubrimiento óseo, fauces prominentes, y por lo general, una cantidad par de cuernos que emergen desde sus cráneos. Están asentados en las áridas regiones de la Tundra de Nirr, pero curiosamente, cada aproximadamente diez años, las ubicaciones de sus ciudades cambian completamente. A pesar que son una comunidad unificada, cada Clan Tolfek vive en una suerte de ciudades-estado independientes una de la otra.

Quizá la única ciudad que siempre ha estado en el mismo lugar, es la Ciudadela Mkarban, ubicada alrededor de un gran Monolito conocido como ‘el Faro de Wensdal’, el Titán Vidente. Es una gran ciudad, de arquitectura compleja y exquisita, donde se llevan a cabo tanto las operaciones administrativas como las comerciales con otros imperios y conglomerados. Allí es donde se encuentra la Corte de los Directores, los gobernadores que mantienen el orden y la cohesión entre los dispares Clanes. Aquí es donde se planifican las nuevas ubicaciones de las ciudades, se aprueban proyectos y se declaran las guerras, siendo las decisiones siempre de carácter democrático. La componen 23 de los más grandes colaboradores de la Diáspora. Se cree que los Tolfek son muy reacios a “no estar de acuerdo”, ante cualquier número de opciones, la razón de por qué son 23 y no más o menos: de esa manera es imposible conseguir empates durante las votaciones.

Una de las abandonadas ciudades de los Tolfek


La razón por la cual sus ciudades parecen reubicarse regularmente puede tener relación directa con su historia. Se cuenta que cuando los Tolfek apenas habían comenzado a establecerse en la región, un poderoso Exiliado llamado Vreliadek y su Aquelarre deseaban emplear la Tundra para llevar a cabo sus experimentos biológicos, buscando usar a los jóvenes Tolfek como sus primeros especímenes.

Ellos lucharon fervientemente contra este enemigo, pero resultó ser demasiado poderoso para ellos. Vreliadek dijo que les permitiría vivir, solo si cada diez años, permitía a su Aquelarre ir a sus ciudades y reunir a tantos Tolfek como quisieran para ser sometidos a sus viles experimentos. No arriesgándose a luchar ni a tener que abandonar esta tierra tan próspera para ellos, decidieron llevar a cabo un plan muy inteligente: antes del término de los diez años, ellos desmantelarían sus ciudades y las cambiarían de ubicación a un lugar lejano de su lugar original. De esta manera, cuando Vreliadek llegaba a reclamar sus tributos, se encontraba con que los Tolfek ya no estaban. Luego de más de cien años sin poder encontrarlos, Vreliadek decidió abandonar la región y se dirigió al norte, al reino humano de Fédregahl. Posterior al Destierro de Vreliadek durante la Batalla de las Hespérides hace ya más de cuatro siglos, los Tolfek aún siguen reubicando sus asentamientos, pero esta vez para permitir a la tierra recuperar sus energías y así ésta pueda brindarle sus frutos, de una forma similar a la rotación de tierras empleada en la agricultura.


(Aporte de Heimdall)

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